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15 agosto 2008

Mi otra gran pasión

El milagro de la vida
Adrián nació el 10 de mayo de 2007 a las 32 semanas de gestación por rotura espontánea de la bolsa con un peso de 1.820gr a las 3.20 de la tarde. Mi pequeño tesoro quiso venir al mundo 2 meses antes de lo previsto, tenía ganas de vivir, de conocer este mundo.

Fruto de la honestidad, del cariño, la ternura, del amor y la compresión este bebé fue la mayor alegría para sus padres aunque en un primer momento no se pudiera evitar la preocupación por su estado.

Los primeros 15 días los pasó en su cunita de cristal, conectado a los monitores y siendo alimentado por una sonda nasogástrica.

Su peso inicial de 1.820gr quedó reducido a 1.600gr, este chiquitín de 42cm tenía todo un reto por delante, ganar peso y descartar que tuviera infección por corioamniotitis materna. Se le estuvo administrando antibióticos hasta que se descartó que tuviera infección.

El parto fue natural sin epidural simplemente la episiotomía. Nació llorando y con un Apgar de 9/10. Horas antes de nacer cuando ingresé en urgencias me habían administrado corticoesteroides para la maduración de los pulmones del bebé.

Adrián estuvo casi un mes hospitalizado, no necesitó respirador y mientras duró su hospitalización estuvo unos días con fototerapia debido a la ictericia pero todas las pruebas y análisis que le hicieron salieron correctas.

Como bebé prematuro otro de sus retos era la alimentación tenía que aprender a respirar y succionar a la vez.

Los primeros días no pude ponérmelo al pecho, su alimentación era por medio de la sonda nasogástrica, pero su mami cada día se sacaba la leche con un sacaleches. Al ser un parto prematuro la mami tiene que estimularse para que le suba la leche y las primeras tomas las hacía con la leche de mami suplementada con la leche de fórmula especial para prematuros que tenía el hospital.

El schock fue tremendo, todo y que el parto había ido bien y rápido y que el bebé también estaba bien, la primera vez que lo vi a través del cristal de la incubadora fue una sensación indescriptible una mezcla de alegría, preocupación, miedo. No sabía si acercarme, si lo podía tocar, mis manos temblorosas se dirigían hacia aquella cosita tan pequeña, el pañal incluso era más grande que él. Pude verlo a las pocas horas de nacer, aquella misma tarde me dirigí sin pensar en los puntos de la episiotomía, caminando desde mi habitación hasta la UCIN de neonatología.

Y al segundo día pude cogerle, tenerle en mis brazos en el hospital se realizaba el método Canguro. La enfermera sacó con todo el cuidado del mundo aquel bebé que a simple vista parecía tan frágil, tan pequeñito y lo puso en mi pecho.

La sensación fue única, sentir su calorcito, su respiración, notar como se movía, era mi bebé y sentía que estaba vivo entre mis brazos, que no era un sueño.

Lo que toda mamá imagina o sueña al estar embarzada, meses con barrigota hasta los 9 meses, tener a su bebé en los brazos tras nacer y tenerlo en la habitación del hospital, eso con el nacimiento de un bebé prematuro se rompe, se hace añicos y piensas porque ha pasado, que es lo que has hecho mal y llegas incluso ha echarte la culpa de lo pasado. Ante la llegada prematura del bebé el bebé apenas lo ves tras nacer, ves como todo un equipo médico va de un lado para otro con prisas, como nada más nacer se lo llevan envuelto en una toalla sin apenas verlo y si todo está bien te lo dejan ver un instante para que le des un besito pero rápidamente ves como de nuevo se va por la puerta todo rápido muy rápido sin apenas haber podido tener un contacto mínimo con tu bebé.

Y llegas a la habitación y te miras y sientes que hace unos instantes tu bebé estaba dentro de tí, que se movía que te daba patadas, que la vida que llevabas dentro ahora está en una incubadora y por su puesto no puedes tenerlo contigo en la habitación.

Las visitas fue otro tema, los familiares, abuelos, tíos de Adrián también pasaron en un primer momento por un mal trance. No podían ver al pequeño como ellos hubiesen deseado. Las visitas eran restringidas apenas dos veces al día podían verlo durante 15 minutos y sólo dos personas. Los papis tenían un horario más amplio, horario en el cual estaba desde las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche, allí metida en el hospital contando los minutos y los segundos entre visita y visita para poder estar con mi bebé.

Y nuestro pequeño poco a poco fue ganando peso, fue todo un campeón y en seguida aprendió a cogerse al pecho. Este gran glotón le costaba coger gramitos pero comía vamos que si comía.

Pasado un tiempo lo llevaron a intermedios, donde los bebés prácticamente están para "engorde" allí Adrián no llegó a estar más de 15 días. Al principio lo pasaron con su incubadora y empezaron abrirle las ventanitas para que fuera regulando su temperatura corporal con el exterior. Conseguido que regulara la temperatura se le pasó a una cunita y poco a poco fue desprendiéndose de los electrodos que lo tenían conectado al monitor.

En junio le dieron el alta con un peso de 1.960gr, estaba bien del todo y había respondido estupendamente a la alimentación.

Ese día fue el más feliz, ver que nuestro pequeñín por fin podía irse a casa. La ropita le venía enorme pero en nuestras caras solamente había felicidad. Adrián dejó el hospital por la tarde tras haber recibido su baño y su toma. Por un lado la felicidad era enorme pero por otro empezaban nuevos miedos y preocupaciones.

Qué pasaría al llegar a casa, sería capaz de cuidarle, es tan pequeñito. En el hospital constantemente estaba cuidado, atendido por todo un equipo de enfermeras y neonatólogos pero y en casa. Sabré que es lo que le ocurre o tendré que salir corriendo al hospital de urgencias. Adrián pasó sus primeras apneas propias de un bebé prematuro en el hospital debido a su inmadurez pero en casa por suerte no tuvimos ningún susto.

Y el pasado mes de mayo Adrián cumplió un año, aquella cosita tan pequeñita y tan frágil es ahora un bebé precioso. Los meses tras su llegada a casa han pasado muy rápido, demasiado rápido. A veces lo miras y solamente sientes la ternura y las ganas de abrazarle y de besarle. Mi pequeño tesoro, cada sonrisa, cada mirada que me das hace que en cierta manera olvide lo que hace un año pasó. Pero las sensaciones, los sentimientos no se olvidan quedan en el recuerdo pero no se olvidan.


Adrián

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